Recuerdo cuando hace 3 años estaba en una clase de baile en Londres y de repente un pensamiento cruzó mi mente:
"¿Qué hago aquí?".
Esa fue la primera vez que fui consciente de que, tal vez, ya no quería estar allí. De que, tal vez, ya no quería ser bailarina.
Pero qué loco me parecía, que después de toda la lucha, el sacrificio y de finalmente haber conseguido mis sueños, ya no quisiera seguir.
De modo que necesité un año entero para que ese pensamiento, esa idea, se tranformara en una realidad. Un año después, me despedí de uno de los trabajos más importantes de toda mi vida.
Y un año después de aquello, dejé la danza.
2 años de duelo. 2 años en los que supe que había llegado el momento. 2 años necesité para armarme de valor y tomar la decisión de retirarme.
Tu amor por la danza no está directamente relacionado con tu dolor físico y/o mental. Puedes amar tu profesión y querer unas vacaciones. Puedes amar tu profesión y querer dejarlo. Puedes amar tu profesión y retirarte.
Poco se habla de lo que significa realmente dedicarte a aquello que has elegido. Algo que supuestamente te apasiona, te gusta, que es tu vocación...
PUEDE QUE, en algún momento, YA NO TE GUSTE.
"Es lícito que quieras dejar la danza y no pasa nada."
# ¿Cómo lo supe?
¿Cómo supe que ya se había terminado? Porque el dolor físico, mental y emocional, los sacrificios que tenía que hacer,... YA NO me merecían la pena. Poque tenía otros sueños que también quería cumplir y tenía que elegir.
Amo la danza. Muchas veces me sigo imaginando que bailo y muchas veces le doy gracias por todo lo que ha traído a mi vida. Pero ya no será la protagonista. Ya no la pondré en primer lugar. Ya no la elegiré por encima de mí.
Sé valiente y decide por ti. Nadie puede decirte hasta cuándo y cuánto tienes que aguantar. Eso solo lo sabes tú, en tu cuerpo (no en tu cabeza). Tú sabes cuál es tu camino y las decisiones que debes tomar. Sé valiente y cuídate.
Sé valiente y cuídate.
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