By Mar Alagarda.
De acuerdo con la International Association for Dance Medicine and Science (IADMS) llamaremos lesión al “deterioro de un tejido anatómico diagnosticado por un profesional de la salud, que obliga a perder uno o más días de clases, ensayos o actuaciones”.
La mayoría de lesiones ocurridas en la danza son musculo-esqueléticas afectando a músculos, huesos, tendones, articulaciones (ligamentos, cápsulas articulares, meniscos, etc…) ...
Casi todas las lesiones ocurren debido a sobrecargas y a microtraumatismos. No es muy común que un bailarín se lesione por un accidente o por un traumatismo como puede ser una caída, y detrás de los “accidentes” suele haber otras causas como la fatiga física y/o mental o una lesión “mal curada”. Es decir: un bailarín no tiene una caída, así como así.
¿Por qué nos lesionamos?
A esta sobrecarga continua se le suman factores de riesgo que aumentan la probabilidad de lesión.
Vamos a clasificar las causas más comunes de lesión en 3 grupos. Para ello vamos a usar el círculo de control que me enseñó una vez Marta de ‘Impulsarte Psicología’.
El círculo de no-control.
Aquí incluimos todas aquellas causas que no podemos controlar. Son factores inevitables como:
La edad.
Cuanto más mayor, menos capacidad tiene el cuerpo de regenerarse y de reparar sus tejidos dañados. Además, el cuerpo se vuelve “más duro” y la elasticidad del sistema fascial disminuye con la edad.
La genética. La estructura ósea y anatómica del bailarín.
Recuerda que hay características como la laxitud ligamentaria que dependerán de tu genética. Por eso hay personas más laxas que otras. O por ejemplo, en el caso del en dehors, la orientación de la cabeza femoral y/o la longitud del cuello femoral van a influir en que tengas mayor o menor apertura de caderas.
Es importante saber que el cuerpo de cada bailarín es único y debe respetarse su individualidad. Si un bailarín desconoce sus límites anatómicos e intenta sobrepasarlos aumentarán sus probabilidades de lesión.
Lo ideal es encontrar la disciplina o el estilo que más se adapte a tu cuerpo.
Las exigencias físicas de cada baile. Las demandas estéticas.
No podemos cambiar las exigencias a nivel técnico y físico del baile.
Por ejemplo, en Jive (uno de los 10 bailes en Baile Deportivo) o en House se realizan saltos repetitivos, muchas veces sobre una sola pierna. Esto va a repercutir, nos guste o no, en la salud física de ese bailarín o bailarina. Y es un factor que no podemos cambiar.
Pero sí podemos controlar, como veremos más adelante, cómo realizar ese salto para que la técnica y el movimiento sean lo más correctos posibles y así evitar lesionarnos.
Las condiciones laborales y las exigencias profesionales.
A veces nos encontramos ofertas de trabajo donde las condiciones no son muy favorables para el bailarín. A veces trabajar como bailarín requiere cosas como viajar continuamente (con el cansancio que eso supone), trabajar de noche, ensayos interminables, bailar sobre un escenario o tarimas poco estables, etc… Aunque no lo parezca, todo esto afecta a nuestro trabajo y a nuestra salud.
No podemos cambiar estos factores laborales.
El círculo de influencia.
Dentro del círculo de influencia tendríamos aquellos elementos sobre los que podemos influir, pero no podemos controlar al 100%.
El calzado.
En Baile Deportivo, en Salsa, en Heels, … se baila con zapatos de tacón. En Danza Clásica se baila con puntas. En Danza Contemporánea o Jazz se suele bailar descalzo. En “Hip Hop”, Comercial o “Danzas Urbanas” se suele bailar con zapatillas de deporte.
No podemos cambiar el calzado que se exige en cada disciplina de baile, pero sí me puedo asegurar de que ese calzado esté en buenas condiciones.
La temperatura de la sala.
En muchas ocasiones tenemos que bailar en teatros donde no hay calefacción. No podemos cambiar la temperatura del teatro, pero sí podemos abrigarnos bien, mantener nuestro cuerpo caliente y evitar enfriarnos.
O a veces, en las escuelas de baile evitan poner el aire acondicionado por miedo a que los bailarines se constipen. Y debido a la humedad el suelo empieza a resbalar. No podemos evitar que el suelo resbale debido al calor y a la humedad de la sala, pero sí podemos pedirle al profesor que ponga el extractor, que ventile la sala o que ponga el aire acondicionado, aunque sean 5 minutos.
El suelo sobre el que tenemos que bailar.
En relación con el punto anterior, a veces bailamos sobre suelos que resbalan. Otras veces, el suelo del teatro está inclinado. Incluso en algunos shows se nos pide que bailemos en tarimas…
No podemos controlar el suelo sobre el que vamos a bailar. Pero sí puedes influir en el cuidado y la preparación que tú vayas a tener. Por eso es tan importante probar el suelo sobre el que vas a bailar antes de una actuación: para que tu cuerpo y tu mente se puedan preparar y no haya imprevistos.
La ética del profesor. Una mala enseñanza.
El entrenador tiene un papel fundamental en la salud de un bailarín. Un mal profesor o un entrenador con escasez de conocimientos puede ser el principal causante de las lesiones en sus alumnos.
No podemos cambiar la manera de enseñar de un maestro, pero sí podemos elegir si queremos que ese sea nuestro profesor o no.
Por lo que sí podemos influir en la enseñanza que recibimos.
El círculo de control.
Aquí tendríamos todos esos factores que dependen de nosotros al 100%:
Ausencia o un mal calentamiento.
Tan malo es no calentar, como calentar mal. Recuerda que el calentamiento es una preparación y no basta con tirarnos al suelo a estirar.
En el calentamiento debes realizar aquellos movimientos que vayas a hacer después, pero de menos a más: de más pequeño a más grande, de menos intensidad a más intensidad, etc…
Por lo que el calentamiento debe ser específico del baile que vas a realizar después: no es lo mismo calentar para hacer Danza Jazz que para hacer Krump.
Respetar la individualidad.
Trabajar con tu cuerpo y no a pesar de él.
TU CUERPO ES ÚNICO. Algo que ya comentamos anteriormente es que debes conocer tu cuerpo, aceptarlo, respetarlo y aprender a trabajar con él. Si lo fuerzas a hacer movimientos para los cuales “no está hecho” o preparado, te lesionarás tarde o temprano.
Una mala calidad de vida: sueño, nutrición, hidratación, tabaco, alcohol….
Tu cuerpo es como una caja. Lo que metas en la caja es el resultado de lo que saldrá.
Si quieres ser un buen bailarín y evitar las lesiones, lo que entra en esa caja debe ser lo mejor.
Una técnica incorrecta.
Como ya hemos comentado en alguna ocasión, una de las causas más frecuentes de lesión en el bailarín es una técnica incorrecta. La mala ejecución de un paso o de un movimiento de manera repetida hará que el cuerpo sufra. Y esto con el tiempo conlleva dolores y lesiones sin una causa aparente.
A la hora de bailar, los movimientos tienen que ser limpios, concretos y precisos. Un movimiento sucio, descoordinado y/o descontrolado es lesivo.
Para ello debemos respetar algunos principios como una correcta alineación del cuerpo.
Por ejemplo, si volvemos al ejemplo de antes, en Jive y en House se realizan saltos repetitivos. Las rodillas al moverse deben permanecer alineadas con el resto del miembro inferior (la pierna). La función de la rodilla es en el plano sagital (flexo-extensión) y nunca debe realizar movimientos en el plano frontal.
Esto significa que, si una rodilla vista de frente se mueve, está haciendo un gesto para el cual no está diseñada. Si un bailarín no tiene control sobre sus rodillas y tras un salto o una sentadilla sus rodillas se meten hacia dentro, con el tiempo estas comenzarán a doler “sin motivo aparente”.
Recuerda que cualquier cura es solo temporal hasta que se corrija la causa. Si no corregimos el gesto lesivo: seguiré lesionándome.
Falta de progresión.
Algo que veo muy a menudo en los bailarines es la ausencia de progresión en su baile y muchos se lanzan a tomar clases de un nivel para el cual su cuerpo no está preparado.
Un bailarín debe estar entrenado y debe tener su cuerpo preparado para el tipo de coreografía que vaya a realizar. De no ser así, podrá estar haciendo la coreografía o el ejercicio que el profesor pide, pero no lo hará correctamente pues no sabe cómo hacerlo.
Es importante trabajar fuera de la clase. Practicar aquellos movimientos básicos y fáciles, para que una vez en la clase o en el ensayo pueda hacer coreografías y ejercicios más complicados. Es como si un niño quiere aprender a multiplicar, cuando todavía no sabe sumar. Si no eres capaz de hacer lo sencillo y pequeño bien, lo complicado no lo harás o lo harás mal, sobrecargando estructuras que no deberías sobrecargar.
Fatiga. Falta de recuperación post-actividad.
¿Es casualidad que la mayoría de las lesiones en la danza ocurren con más frecuencia por la tarde o a final de la temporada?
Podríamos decir que la fatiga es el cansancio extremo. Cuando te sientes atontado, con pérdida de reflejos, de energía y de concentración.
Para evitar la fatiga, la carga tiene que estar equilibrada con la descarga.
Lo ideal sería que, al finalizar cada día, apretáramos un botón de “reset” para nuestro cuerpo y mente. Y de esta manera no acumulásemos esa sobrecarga ni esos microtraumatismos, compensaciones, adaptaciones… que se van sumando poco a poco y que al final pueden hacer que explotes.
El botón de “reset” lo aprietas cuando realizas: actividad física de baja intensidad, estiramientos suaves, dormir, baños de contraste o duchas de agua fría, etc. Dormir es muy importante.
Todo ello contribuye a oxigenar tu cuerpo y a disminuir la inflamación y la congestión tras haber bailado en clases, ensayos, actuaciones, etc.
Una coreografía o estilo poco o nada familiar.
A veces entramos a clases de disciplinas o estilos nuevos para nosotros. He visto a bailarines de Ballet entrar en clases de Comercial para aprender. No porque quieran cambiar de disciplina, sino porque quieren ser bailarines más versátiles.
En estos casos debemos ser conscientes de que nos vamos a enfrentar a algo nuevo. Movimientos que nuestro cuerpo sentirá como extraños.
Falta de preparación física.
Fundamental en este punto la ayuda de profesionales de la salud y del deporte que te ayuden no solo con tu rendimiento físico, sino a entrenar correctamente el gesto técnico y deportivo que tendrás que ejecutar cuando bailas.
Cuando hablamos de preparación física no solo hablamos de ir al gimnasio, hacer cardio o pesas y “ponerte fuerte” o adelgazar.
Hablamos de aumentar tu rendimiento EN LA DANZA. Y para eso necesitas de profesionales especializados.
Estabilidad articular + movilidad articular.
Recuerda que no queremos hipomovilidades ni hipermovilidades.
Queremos trabajar la estabilidad articular a la vez que entrenamos la movilidad articular.
En el término medio está la virtud.
Algunos ejemplos.
Aunque nunca hay una única causa y la mayoría de lesiones son multifactoriales (se deben a muchos factores a la vez), a continuación voy a destacar la principal o principales causas de diferentes lesiones. Aunque hubiera otras cosas a tener en cuenta.
En mi experiencia profesional lo que más me he encontrado son bailarines que me decían frases como:
- “Esta mañana me he levantado con la rodilla hinchada, pero ayer estaba bien”. Causa: errores en la técnica. Un mal movimiento repetido n veces, con el tiempo lleva al desgaste de esa articulación y a una mala gestión del movimiento.
- “Bailando en clase me ha dado un tirón en el cuello”. Causas: un mal gesto deportivo + ausencia o mal calentamiento + tensión acumulada.
- “Llevo días con dolor de espalda, pero es que hoy después de clase ya no podía más. Me dolía muchísimo”. Causas: fatiga + tensión acumulada en el tiempo + falta de reseteo.
- “Haciendo un ejercicio de suelo nuevo en clase, me he torcido el dedo del pie y me duele”. Causa: una coreografía o estilo poco o nada familiar.
- “Esta mañana estirando con un compañero me ha dado un tirón muy fuerte en la pierna”. Causa: no ha respetado su individualidad. Por querer abrirse tanto como su compañero, ha forzado y se ha lesionado.
Cuidado…
En este último caso, la causa de la lesión entra dentro del círculo de no-control. La bailarina tenía que acudir al ensayo por exigencias laborales.
Pero cuidado con usar cremas de calor o cualquier tipo de analgésico, relajante muscular y/o antiinflamatorio. Lo único que hacen estos remedios temporales es cegarte: dejas de sentir el dolor durante un rato. Y si bien es verdad que te permitirán bailar “sin problemas” durante el ensayo, también es verdad que al no sentir el dolor no sabes dónde está el límite.
El dolor es la manera en la que tu cuerpo se comunica contigo para decirte: “ese movimiento no lo hagas”, “cuidado con ese gesto”, etc… Si tapas el dolor: no podrás sentir hasta dónde puedes llegar.
Y cuando se pase el efecto de dichos analgésicos… ¡Voilà! La lesión ha empeorado.
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